LA DESINTEGRACIÓN FAMILIAR: CAUSAS Y EFECTOS
La población evangélica no escapa a la problemática de la inmigración, que es una de las causas de la desintegración familiar. Este fenómeno afecta a muchos hogares cristianos, en que lamentablemente, alguno de sus miembros ha tenido que viajar hacia otros países, en busca de un futuro mejor. Con ello afectan la unidad familiar. ¿Qué elementos inducen la migración?
Algunas familias han prosperado económicamente cuando uno de los padres (papá o mamá), se va en busca de mejores oportunidades de trabajo para sostener a su familia de manera digna. Las iglesias también son bendecidas mediante la ayuda que, con amor y sacrificio, sus miembros envían ocasionalmente desde el extranjero.
El país se robustece en su economía nacional a base de remesas que envían los salvadoreños desde el extranjero para la familia. Según la Gerencia de Estudios y Estadísticas Económicas del Banco Central de Reserva, al 18 de mayo de 2011, las remesas familiares recibidas acumularon un monto total de $1,175.0 millones de dólares, mostrando así, un aumento de 4.5% en relación al mismo período del año anterior.
A pesar de los beneficios económicos de remesas para el país, eso es a costa de familias desintegradas y disfuncionales, carentes del amor y figura paternal o maternal.
¿Qué ha provocado la migración en las familias salvadoreñas?
Aunque los objetivos e intenciones parecen nobles y bien intencionales, no siempre lo son, pues no se adaptan a la realidad; y para colmo de males, y dado el tiempo y la distancia, las personas pierden el afecto y apego familiar y la relación sentimental se desvanece. Después sólo cuenta la remesa, que al final es el único vínculo que queda y que pasado el tiempo y las circunstancias, también desaparece. Ya no existe el mismo sentir hacia papá o mamá, que se fue en busca de un futuro mejor.
Muchos se propusieron ir por un corto tiempo, y dijeron: “me voy solo seis meses, lo más un año”. Otros, “iré a trabajar sólo para pagar mis deudas, y luego regresaré”. Pasa uno, dos años, y luego buscan obtener la residencia, perdiéndose toda esperanza de retorno y de reintegración familiar.
Pocos regresan por su propia voluntad, otros son deportados; cuando es así, no traen nada para la familia. Tampoco encuentran un trabajo que les permita ganar un buen salario, al cual han estado acostumbrados, y su cónyuge generalmente ya no les muestra el mismo amor.
Es lamentable ver como se desintegra la familia. Los hijos no tienen un padre que los proteja y aconseje, pues el padre depende de lo que le digan por teléfono o Internet, y si los muchachos andan con malas amistades, jamás lo dirán a sus padres.
En algunos casos se vuelven rebeldes, y llegan a casa a la hora que ellos quieren; exponen su vida al peligro, aprenden vicios dañinos a la salud (moral, mental, y física); se hacen desamorados a la familia, y guardan resentimientos. Los hijos que se mantienen leales a sus padres son los que de alguna manera aman y respetan a Dios.
Es de lamentar, pero así sucede, que algunos padres o madres, forman otra relación sentimental. Desplazan la familia que dejaron en su país y comienzan a vaciar sus sentimientos hacia su nuevo núcleo familiar, dejando desprotegida emocionalmente y para toda la vida, a su primera relación conyugal.
¿De qué sirve ganar tanto dinero si se pierde la relación matrimonial? Se llega a un punto en que los hijos pueden decirle papá al que está llenando el vacío emocional, o en último caso, regresar al hogar y encontrar a otra persona particular al padre o madre de dicha familia, que ha venido a sustituir al ausente.
La situación se agrava cuando la persona es deportada y tiene que dejar a la familia que formó en el extranjero. (Los hijos ciudadanos americanos, y compañera de hogar nacionalizada de dicho país), y regresa al seno de la primera, surgiendo así, un conflicto emocional grave para la segunda familia abandonada.
¡Qué terrible es la desintegración familiar, causada por la emigración! Ahora son dos familias sin protección. ¿A cuenta de qué? Si eres recién casado, no trates de emigrar para tener mejor vida, porque esa decisión es un fracaso anticipado, eso está comprobado, porque ante la soledad y la tentación, muchos han sucumbido en el error de viajar y su relación matrimonial queda en el abandono.
¿Qué dice la Biblia al respecto?
Cuando Noé terminó de construir el arca, Dios le dijo: “Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación” Génesis 7:1. Y el versículo 7 dice: “Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos”. Se ve con suficiente claridad que Dios no quería desintegrar la familia de Noé.
También, cuando Dios le pidió a Abraham que saliera de Ur de los caldeos, él no dejó allí a Sarai, sino que la tomó, llevando también a Lot hijo de su hermano. Abraham emigró con su familia. Génesis 12:1-5.
Cuando los ángeles santos del Señor pidieron a Lot que saliera de Sodoma y Gomorra, éste no dejó a su mujer en dicho lugar; sino que hizo el intento de llevarla a un lugar seguro, pero ella no atendió el mandato del Señor, y su desobediencia la llevó a convertirse en estatua de sal, y desintegró su familia, pues Lot se quedó sin esposa y después vinieron los problemas. Génesis 19:12-15.
El pueblo evangélico debe hacer todos los esfuerzos posibles para evitar la desintegración familiar. No abandonar a la esposa, ni a los hijos, ni a los que dependen de ellos. Debemos ser agentes de integración familiar. Pidámosle sabiduría al Señor, y busquemos el consejo oportuno, para no ser parte de la lista de familias desintegradas a causa de la emigración.
Bien hará aquel Pastor y/o iglesia que aconseja a sus miembros a no tomar la decisión de viajar en busca de mejores oportunidades laborales, pues deja vulnerable y expuesta la seguridad y el futuro de la familia.
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